lunes, 4 de julio de 2011

Modernización y cultura popular en La Chimba. Una relación conflictiva

<< En sus primeros tiempos la Vega reprodujo en su interior las tensiones y conflictos propios de la intromisión disciplinatoria de la elite a los espacios populares, los que como recién mencionamos habían experimentado un reforzamiento cultural producto de la migración campo-ciudad. Consecuentemente, la Vega de principios del siglo XX, constituyó un ejemplo paradigmático de un espacio de comercio tradicional subordinado recientemente a la clase dirigente, a la vida urbana y a las dinámicas comerciales modernas; y reprodujo en su configuración gran parte de las características y contradicciones derivadas de las modificaciones que experimentaba su entorno, las que en gran medida, derivaban de la reciente vinculación o encuentro entre realidades muy diversas y en muchos aspectos antagónicas: entre el mundo urbano y el rural; entre la elite y el mundo popular; entre la tradición y la modernidad; entre la riqueza y la pobreza; etc.


"Secuencia crecimiento histórico del Barrio La Chimba". En MÖLLER-HOLTKAMP, Tomas: Mercado Vega Central. Superposición de usos públicos. Tesis presentada a la Facultad de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Chile para optar al título profesional de Arquitecto. Santiago de Chile, 2009. 


A pesar de la voluntad de la clase dirigente, no bastó con cerrar y regular las “Cañadas” para terminar por completo con la riqueza cultural que en torno a ellas se desarrollaba, incluso algunas de sus manifestaciones, como el culto a Fray Andresito, subsisten hasta el día de hoy. En gran medida, la cultura popular tradicional propia de la Chimba, continuó desarrollándose al interior de la Vega y en las diferentes actividades comerciales informales que estuvieron lejos de lograr ser erradicadas. La Vega y algunos locales ubicados en los alrededores canalizaron las esferas de dispersión y expresión del mundo popular, a través de la instalación de cocinerías y cantinas en su interior,[1] donde se continuó zapateando al son de la cueca: “En la Vega se tocaba mucho y se cantaba, tocaban con tarros, con los platillos, pero precioso y con el sonido correcto que debe ser la cueca. Si ud. saca la línea de cuántas cuecas hay, nosotros tenemos cuecas veguinas, veguinas, veguinas, netamente veguinas, hablamos de cien” (Luzzi, 2002: 67). >>


Carolina Bastías, Consuelo Hayden y Daniela Ibáñez (editoras): Mujeres de la Vega: género, memoria y trabajo en la Vega Central de Santiago. Santiago de Chile, 2011, pp. 32-33.



[1] Estatutos de la Sociedad Anónima: Vega Central. Santiago de Chile: Imprenta Universitaria, 1911, p. 20.

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