<< Si bien la Vega Central ha sufrido todas las transformaciones antes descritas, son los y las trabajadoras de la Vega quienes han mantenido tradiciones, formas de relacionarse, formas de trabajo y de comprender este espacio que siguen haciendo del mismo un lugar con un carácter marcadamente popular. En esta investigación nos ha preocupado especialmente el rol de la mujer en ese proceso de generación de identidad y nos hemos encontrado con muchas historias donde la relación con la Vega ha sido transmitida de generación en generación por las mujeres: abuelas, madres, hijas, que no solo han recibido y dado continuidad a una forma de trabajo, sino también a emociones fuertes que hacen de la Vega un espacio fundamental en sus vidas.
En todo este proceso de cambios, contradicciones, conflictos y luchas experimentados por la Vega Central durante la segunda mitad del siglo XX, encontramos a las mujeres participando activamente a través de comités y sindicatos, ocupando cargos de autoridad y liderando procesos políticos. Este modelo de una mujer activa políticamente convivió también con el de una mujer veguina que adquirió visibilidad a través de actividades de beneficencia y de carácter social, más acorde con un modelo tradicional de mujer, que si bien se venía gestando desde décadas anteriores, contó con especial respaldo del gobierno durante la dictadura militar, encarnado en la gestión de Lucía Iriart de Pinochet y sus centros de madres. Sin embargo, ambos modelos conviven dentro de las mismas personas y organizaciones: no se trata de dos veguinas diferentes, sino de prácticas que manifiestan diferentes visiones y dimensiones de la mujer contemporánea que no resultaron mutuamente excluyentes para las comerciantes y trabajadoras de la Vega.
Resulta difícil hacer una aproximación más o menos fidedigna acerca de la cantidad o proporción de mujeres que desarrollaron diferentes labores en la Vega Central en el periodo que abordamos en esta sección. La proporción de mujeres locatarias (dueñas o arrendatarias de locales, es decir, comerciantes establecidas), puede ser estimada a partir de datos dispersos que arrojan luces sobre el tema. En el incendio de 1974, el 33.3% de los locales damnificados pertenecían a mujeres (24 de 72);[1] mientras que en el gran incendio de 1976, de una acotada lista de 100 locales afectados, 22 pertenecían a mujeres (20.1%).[2] En listados oficiales de locatarios de la Vega Central de 1995, encontramos que un 33.25% de los locales del Sector Remodelado son asignados a mujeres (144 de 434); mientras que del Sector Antiguo, 38.36% de los locales corresponden a mujeres (160 de 417).[3] Si estos datos los comparamos con los que entregamos anteriormente para principios de siglo, resulta que la importancia relativa de las mujeres comerciantes se ha mantenido entre un 30 y 40%.
En cuanto a las trabajadoras de la Vega Central, no contamos con los datos necesarios para establecer la proporción entre mujeres y hombres, pero considerando que el tipo de comercio y productos en la Vega de ese entonces es muy similar al de ahora, podemos suponer una fuerte presencia de mujeres en cafeterías y cocinerías (rubro que tiene una mano de obra predominantemente femenina), y en ventas de abastecimientos de todo tipo; mientras que el rubro de carga y remates, fue y sigue siendo fundamentalmente ocupado por hombres (como ejemplo, hoy el Sindicato de Cargadores cuenta con 200 afiliados, cuatro de los cuales son mujeres). Lamentablemente tampoco contamos con datos que nos permitan estimar la cantidad o proporción de comerciantes ambulantes, grupo que históricamente ha sido muy relevante en la Vega, aunque hoy sea un tipo de comercio en retirada.
La participación femenina en las organizaciones sindicales y gremiales del comercio requiere de una investigación particular, pero esperamos con estos datos dispersos de que disponemos, por lo menos dejar claro que las veguinas estuvieron muy presentes en los procesos que antes hemos descrito.[4] Algunas trayectorias personales nos pueden dar una idea de la participación destacada de las mujeres de la Vega, en las cuales los denominadores comunes son décadas de trabajo en la Vega Central, la capacidad de convocar el apoyo de toda la comunidad de veguinos y veguinas, la solidaridad y el desarrollo de organizaciones femeninas. >>
Puesto de condimentos de Jessica. Fotografía Genaro Hayden |
Carolina Bastías, Consuelo Hayden y Daniela Ibáñez (editoras): Mujeres de la Vega: género, memoria y trabajo en la Vega Central de Santiago. Santiago de Chile, 2011, pp. 69.71.
[1] “Los 72 damnificados”. Fortín Mapocho, Santiago de Chile, marzo de 1974 (47).
[2] “El más devastador incendio en la historia de la Vega Central de Santiago: cuantiosas pérdidas”. Fortín Mapocho, Santiago de Chile, junio de 1976 (57).
[3] Estas cifras pueden variar si se considera la dificultad de saber si sociedades comerciales y sucesiones pertenecen o no a mujeres. “Listado de locatarios Vega Central de Santiago. Números de roles”, Consejo de Administración Comunidad Co-propietarios Vega Central de Santiago, Sector Remodelado; y “Listado de locatarios del Consejo de Administración del Sector Antiguo”; ambos documentos del 5 de junio de 1995.
[4] Según dato entregado por Arturo Guerrero, relacionador público de la Vega Central, la participación de las mujeres en la directiva hoy alcanza un 25.3%.
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