<< Desde su fundación a comienzos del siglo pasado, la Vega acogió a muchas mujeres que dependían de los empleos que ahí se generaban para su subsistencia, dando cuenta de la gran relevancia de la fuerza de trabajo femenina en las ciudades durante la primera mitad del siglo XX. A pesar de lo que podría suponerse debido a la asociación tradicional entre las mujeres y las labores informales, en este periodo la participación femenina en este mercado no era significativa exclusivamente en estas ocupaciones –difícilmente cuantificables–, sino que tenía gran importancia también en las actividades formales. Según la nómina de comerciantes publicada en el periódico de la administración, en 1927 de un total de 415 puestos 163 pertenecían a mujeres; es decir, el 39.27% –solo del comercio establecido de la Vega– estaba en sus manos.[1]
Como se puede apreciar a partir de la relevancia femenina en la Vega Central, desde su origen, el traslado de las labores femeninas desde el espacio doméstico al mundo del trabajo fuera del hogar se produjo mucho antes de la década de 1970. Las labores femeninas comenzaron su migración desde el hogar a las calles, las fábricas, las tiendas, etc., desde la segunda mitad del siglo XIX, cuando la preponderancia cada vez mayor de las ciudades y el desarrollo de diferentes industrias significó el surgimiento del mundo obrero, del trabajo formal y asalariado. El desarrollo económico generó enclaves urbanos o industriales que atrajeron a gran cantidad de campesinos con la expectativa de mejorar sus condiciones de vida. El mundo urbano se convirtió así en un polo de atracción para masas de hombres y mujeres que buscaban mejores perspectivas que las que ofrecía el abusivo régimen de trabajo servil propio del modelo latifundista. La migración campo-ciudad significó un aumento explosivo del tamaño y dinamismo de las distintas ciudades del país. En la capital, por ejemplo, entre 1920 y 1930 el porcentaje promedio de aumento anual de la población fue 29.8%[2]
Josefina Recabarren Labra, una de las "fundadoras" de la Vega Central. En: Fortín Mapocho, Santiago, 10 de enero de 1948 (12). |
Aurora Morales, una de las comerciantes más antiguas de la Vega. En: Fortín Mapocho, Santiago, febrero de 1984 (85). |
Carolina Bastías, Consuelo Hayden y Daniela Ibáñez (editoras): Mujeres de la Vega: género, memoria y trabajo en la Vega Central de Santiago. Santiago de Chile, 2011, pp. 38-40.
[1] “Nómina de Comerciantes”. La Vega. Santiago de Chile, 13 de agosto de 1927 (1).
[2] Resultados del X Censo de la Población. Imprenta Universo: Santiago, 1931.
[3] Ibíd.
[4] Ibíd.
[5] Fortín Mapocho. Santiago de Chile, 10 de enero de 1948 (12).
[6] Fortín Mapocho. Santiago de Chile, septiembre de 1977 (63)
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